La Declaración de Santo Domingo, un documento que inicialmente fue respaldado por 22 países junto con la Unión Europea, ha experimentado un aumento significativo en su apoyo internacional. Este documento, que busca claridad y transparencia en los resultados de las elecciones presidenciales venezolanas del 28 de julio, ha recibido adhesiones recientes de países como Australia, Ucrania, Kosovo, Nueva Zelanda, Bosnia y Herzegovina, Macedonia del Norte y Georgia.
Este movimiento refleja una creciente preocupación a nivel global por la situación electoral en Venezuela. La comunidad internacional, a través de esta declaración, está intensificando la presión sobre el gobierno venezolano para que se asegure un proceso electoral transparente y verificable. La incorporación de estas nuevas naciones no solo amplía el espectro geográfico de los firmantes sino que también refuerza el mensaje de que la transparencia en las elecciones es una exigencia universal.
La Declaración de Santo Domingo se ha convertido en un símbolo de la solidaridad internacional con el pueblo venezolano, quien, según observaciones y reportes de redes sociales, acudió masivamente a las urnas con la esperanza de un cambio y una reconstrucción nacional basada en resultados electorales creíbles. Esta expansión en el apoyo a la declaración indica una convergencia global en la demanda de que Venezuela responda a las expectativas democráticas y de justicia electoral.